Nuestro Peque siempre ha sido un
bebé difícil. De recién nacido ya lo calificó su tío materno como una
“maquinita de llorar”. Hubo muchas, muchas visitas al pediatra porque lloraba
mucho y no sabíamos el por qué, si serían gases, hambre, estreñimiento,
oídos... Hasta que un día nuestro pediatra concluyó: “Está sano como una pera,
pero el que es nervioso, es nervioso”.
A los pocos días de nacer ya mi
suegra me contó que Papá desde un Tercero de recién nacido era igual, con esos
llantos en los que se quedaba hasta sin respirar. Me dijo que por entonces su
pediatra le dijo que eso era de ser un bebé nervioso,
caprichoso e inteligente. ¡Y tanto!
Con el paso del tiempo el llanto
fue mejorando poquito a poco, aunque con 4 o 5 meses mi madre aún lo
calificaba, desde el cariño, como el bebé protestante,
o indignado. Era bastante habitual
que sin darte cuenta hicieras algo que le molestara y le hiciera protestar o
sentirse incómodo, y había que andar con pies de plomo especialmente si tocaba
comer o dormir, porque cualquier paso en falso podría provocar que no hiciera
ninguna de las dos cosas.
Ahora, con sus dos añitos casi
recién cumplidos, estamos atravesando un momento especialmente complicado.
Aunque en la guarde se pone las botas y mastica a dos carrillos, en casa los
trocitos ni los prueba, o chupa lo que sea y dice “No quiere eto”, no se quiere bañar, ni quiere salir del agua, no
quiere lavarse los dientes, no quiere ponerse el pijama por la noche, no quiere
quitárselo por la mañana... En general, “¡No quiere!”.
Afortunadamente, parece que mis
hormonas están más estabilizadas, si no fuera así estaría llorando cada dos por
tres por una cosa o por otra... De todas formas, es cierto que aunque intento
llevarlo lo mejor posible, muchas veces alguno de sus desplantes me toca de
lleno el corazoncito...
No puedo evitar preguntarme si
esto será cosa sólo de la edad, o nos vamos a pasar la vida batallando... Ojalá
la situación mejore, y se vaya alguna vez esa sensación de que intenta hacer
casi siempre lo contrario de lo que sabe que nosotros queremos.
Eso sí... la naturaleza es sabia,
y para que mami no salga corriendo cualquier día de estos y se vaya a la
Argentina como la madre de Marco, a cambio es dulce, muy cariñoso, todo lo dice
muy bonito y su sonrisa, que no regala a cualquiera, me tiene totalmente
enamorada... ¡Qué sería de mami sin su Peque!